¿Cómo inicia la escritura de un cuento o novela?
Escribir es, para muchos, tan importante como respirar, pero no todos respiramos —o escribimos— igual, no todos seguimos el mismo proceso creativo. Hay muchos escritores que tienen técnicas o rituales que utilizan en sus procesos, y cada uno es tan único y original como ellos, aunque siempre encontraremos algunas coincidencias.
El escritor de ciencia ficción y fantasía George R. R. Martin, autor de Juego de tronos, alguna vez describió lo que él llama escribir como arquitecto o como jardinero —que me pareció muy ilustrativo—. En español es común llamarlos escritor de mapa o de brújula.
Cada método tiene sus pros y sus contras y, como es natural, muchos tendemos a escribir de una manera o de otra, de acuerdo a nuestra personalidad y formación, pero casi todos comenzamos siendo jardineros.
Antes de entrar en lo que es cada tipo de escritor o, mejor dicho, el acercamiento del escritor a su texto, creo necesario comentar que no existe una única y mejor manera de hacerlo. Cada uno de nosotros deberá abordar el tema desde la forma que mejor nos funcione; aunque nunca está de más tratar de salir de nuestra zona de confort para lograr algo diferente.
Para Martin, un arquitecto es aquel escritor que planea toda su obra, de principio a fin, desde antes de comenzar a escribir la primera escena; y un jardinero es aquel que pone la semilla de la historia y la deja crecer con cada palabra, sin dirección clara.
Un arquitecto sabe el inicio y el fin, así como los puntos intermedios más importantes de la trama principal y las subtramas, el arco dramático de cada uno de sus personajes, el tipo de mundo en el que se desarrolla la historia (política, geografía, religión, eventos históricos) y demás cosas que podrían ser de utilidad para la creación de su historia. Es como si diseñara un edificio, comenzando por los planos de los cimientos, de los muros, del cableado eléctrico, del drenaje, etcétera, antes de poner la primera piedra —o escribir la primera palabra de la historia—.
Un jardinero, en cambio, empieza con una idea semilla (una escena, una situación o un personaje), la planta y la deja crecer mientras escribe. Usualmente el jardinero sabe de qué es la semilla (poema, cuento, novela), pero aún no sabe qué forma tomará, pues seguramente no tiene claro el desarrollo de la trama, de las subtramas ni del arco dramático de los personajes.
En una plática entre George R. R. Martin y Stephen King, los dos comentaron acerca de sus contrastantes maneras de concebir la escritura. Martin, un arquitecto confeso, desarrolla las culturas, religiones, mapas, mitologías, criaturas e historia previa, así como la trama básica, antes de comenzar a escribir. King, en cambio, dice que si ya conoce el final, entonces se aburre y no concluye la historia.
Brandon Sanderson, otro escritor de ciencia ficción y fantasía, insiste en que todos debemos preocuparnos por conocer cómo funciona la parte estructural —sin importar el género de la historia—, que todos debemos saber cómo lo hace un arquitecto, aunque escribamos como jardineros.
Sanderson se considera un híbrido; dice que él es un arquitecto de la trama, pero un jardinero de sus personajes. Es decir, él planea la trama, algunos elementos importantes de su mundo (incluyendo los sistemas de magia), pero deja que los personajes crezcan de manera orgánica al momento de escribir la historia. Si un personaje no le funciona, lo elimina y crea otro en su lugar.
Pros y contras
La ventaja de escribir como arquitecto es que, una vez que ya tienes todo planeado, es menos probable que tengas un bloqueo creativo, pues ya sabes qué es lo que debe pasar en la historia, solo debes escribirlo. Hacerlo de esta manera puede prevenir posibles hoyos en la trama narrativa. Esto ayuda a aligerar la carga de la edición.
La desventaja es que puedes caer en lo que llaman worldbuilders disease, o “enfermedad de los creadores de mundos”, que consiste en dedicarle tanto tiempo a generar todos los detalles de cada aspecto del mundo, tardando años en desarrollarlo, que nunca empiezas a escribir la historia. Y luego, si es que algún día la comienzas, estás tan enamorado del mundo que quieres mostrar todo lo que creaste, y haces una historia que no fluye.
Escribir como jardinero, en cambio, permite que la creatividad aflore de manera espontánea, que te sorprenda el mundo, que los personajes te hablen y te conduzcan por caminos insospechados, pero puedes caer en bloqueos creativos por no saber hacia dónde va la historia; o la narrativa puede estar tan llena de hoyos que, al final, no tiene pies ni cabeza, por lo que requieren muchísima más edición para generar un producto de calidad.
Martin lleva más de dos décadas escribiendo su saga Canción de hielo y fuego, que comenzó con la publicación de Juego de tronos en 1996 y, aunque aún le faltan dos entregas más para concluirla (y nos ha tenido años esperando sus voluminosos tomos), tiene suficiente material de la historia de su mundo para publicar varias precuelas y novelas adicionales en el mismo universo. King, por el contrario, saca varios libros —mucho menos extensos y complejos, pero igual de entretenidos— al año.
Sanderson, en alguna de sus ponencias universitarias —que están disponibles en YouTube, para los angloparlantes— dice que la decisión de escribir como arquitecto o jardinero es la decisión de cuándo quieres hacer el trabajo pesado. El arquitecto lo hace al inicio, en la planificación; y el jardinero lo realiza una vez que tiene su primer boceto terminado, en el cual debe trabajar mucho, para darle forma.
También menciona que conoce a algunos escritores jardineros cuyos primeros manuscritos se asemejan a un boceto bastante detallado, algo equiparable a la parte de planificación de un arquitecto, en el que tendrán que trabajar para podar pedazos de historia que no le abonen a la trama y así, como lo hace un jardinero con sus plantas, dar forma al relato.
Por lo tanto, la segunda ronda de edición de un jardinero, una vez que ya tiene acomodada la estructura y que ha rellenado los hoyos narrativos, es equiparable a la primera ronda de edición de un arquitecto.
En cualquiera de estos casos, ya sea que tiendas a ser arquitecto, jardinero o híbrido, faltarán varias rondas de edición antes de que el manuscrito final esté terminado.
Solo queda preguntarte cómo has estado escribiendo hasta ahora y cómo abordarás tu próximo proyecto. ¿Respirarás como arquitecto, como jardinero, o tomarás tu propio aire entre los dos extremos?