Todos sabemos —o deberíamos saber— que una historia tiene un inicio, un desarrollo y un desenlace; de otra manera no está realmente completa.
Cada parte del relato es importante: el inicio nos ayuda a enganchar al lector con un conflicto interesante, para que siga leyendo; el desarrollo es donde realmente ocurren todas las vicisitudes de la historia y se trabaja en la resolución del conflicto; y el desenlace es en donde finalmente se resuelve conflicto planteado de manera satisfactoria.
Sí, el final tiene que ser satisfactorio. Y es justamente ahí, donde está la fuerza de los cuentos.
Se habla mucho de que el cuento moderno debe tener un final inesperado, un giro de tuerca. Pero, si realmente queremos escribir cuento, debemos estar conscientes de que existen cinco tipos de finales —que también pueden aplicarse a las novelas— que podemos aplicar, dependiendo del tipo de historia que contemos.
Independientemente de cómo comencemos nuestra historia, es preferible que ya tengamos un final pensado desde el inicio, especialmente si somos arquitectos de la historia. Pero, aún si trabajas como jardinero y sólo tienes la semilla de la misma al iniciar, no desesperes, aún puedes —y debes— hacer los ajustes pertinentes en la fase de edición o reescritura, para lograr ese final satisfactorio que mencioné antes.
Tipos de finales
Abierto
Como lo dice el nombre, en este final, la trama queda sin resolver y el lector debe imaginar cómo se solucionan las situaciones creadas, de acuerdo a la información proporcionada. Aquí, las incógnitas no se aclaran ni dotan de sentido a la narración, dando pié a distintas interpretaciones, según lo que haya entendido el lector.
Para que un final abierto sea convincente, es necesario que el autor tenga un gran dominio de la historia y los personajes, de otro modo la narración suele resultar confusa y puede parecer incompleta .
Ambiguo
En el cuento con final ambiguo la trama nos ofrece dos posibles soluciones, y es el lector quien decide con cual de los dos finales se queda. Para que este final sea convincente, es indispensable que solo existan dos opciones y que hayamos dejado las pistas necesarias a lo largo del texto para que esto suceda.
Circular
Estos cuentos son muy interesantes, porque tienen un argumento en el que el principio de la historia se conecta con el final de la misma; la situación final se vuelve la situación inicial. Esto puede incluir una vuelta de tuerca o ese retorno ser, en si mismo, una vuelta de tuerca. Para crear tal efecto, es necesario utilizar el recurso de la repetición, demostrado a través del ambiente, el tema y el diálogo.
Natural
Al contrario del final sorpresivo, el final natural es precisamente ese que el lector espera, dados los acontecimientos planteados. El conflicto se resuelve en la manera que el lector prevee, es lógico y, dadas las circunstancias, no existe otro posible final.
Sorpresivo
En este tipo de cuentos, el conflicto se resuelve, pero no en la forma que el lector lo espera, ya que hay un giro inesperado al final que cambia el sentido de la historia. A esto se le llama “giro de tuerca”.
Un final sorpresivo no puede salir de la nada y, para que funcione, es indispensable dejar algunas pistas, casi invisibles, para preparar al lector, pero sin delatar el final. Así, cuando el lector relea el cuento, notará todas las pistas que dejamos para hacer creíble el desenlace de la historia.
Ahora que ya conoces los cinco finales de los cuentos, ¿estás listo para explorarlos todos?